LA PESTE Y VIEJOS TRUCOS PARA MANTENERSE A FLOTE
Las palabras se propagan en la página vacía como una peste, van llenando cada espacio de ideas, y el aroma a humedad se confunde con el de la tinta.
La timidez de los primeros vientos que anteceden a una tormenta es la misma que va largando en pequeñas dosis el líquido infecto, la sinopsis del próximo estreno del invierno, una remake mal hecha, una mala adaptación de un libro que ya leímos hace tiempo: la peste.
Está en cada rincón de la casa, en cada esquina del barrio, en cada zona de la ciudad, en cualquier capital del mundo, y viaja anestesiada a través del universo.
Duelen los huesos. Una prensa te oprime la sien y la mandíbula se envicia en desencajarse de la matriz. Todo es falso mientras afuera brilla el sol y la gente corre de un lado al otro en busca de un té completo para dos.
El papel escasea y el hundimiento es el único destino posible. El aire cálido que sale de los pulmones se congela entre los témpanos de la ciencia. El cuadro está por terminarse pero el artista cae y la obra queda inconclusa. El museo abandonado de las obras sin terminar espera el pincel de otro suicida.
Recuerdo entonces la fórmula mágica: 500mg de paracetamol, 30mg de cafeína, 200mg de ácido ascórbico y 3mg de maleato de clorfeniramina.
Baja la fiebre, calma el dolor, descongestiona, reanima y no daña el estómago. La salvación está en mi boca, y navega a través de mis conductos arrastrada por el vital carmesí sangriento. Hay una guerra adentro mío y estoy perdiendo a mis aliados. Necesitan refuerzos. No hay radio, pero hay sueños. !Fluyen las pesadillas en la fiebre!
Las órdenes llegan confusas al campo de batalla. Los disparos atraviesan mi nariz y se pierden en el mundo exterior.
La peste avanza una vez más en la conquista del universo. Se transforma como las palabras, que adquieren y pierden el sentido según la circunstancia. A veces reposan en falsos sillones rodeados de sonido dolby digital, otras deambulan por los pasillos de una gran biblioteca.
La peste avanza mientras nuestro tiempo retrocede. Se escurre el trapo sucio y caen las gotas de transpiración sobre la alfombra perversa de la cobardía.
Sin embargo algo me hace reaccionar. Se esconde en el átomo el instinto de supervivencia. Es la negación del odio, la sobredosis del amor, la luz que quiebra la oscuridad y la convierte nada más que en sombras. La pastilla crece sin parar y se agiganta. Te rompe el hígado y el páncreas y la bilis se derrama en el cáliz de la vida.
El rezo ha sido escuchado y la palabra bendita hace eco en los oídos del todopoderoso.
Has sido juzgado y sentenciado. El final se acerca y no hay nada que puedas hacer para evitarlo. Sin embargo estiras la mano y pruebas de nuevo. La pastilla se deshace entre la lengua y el paladar. El gusto amargo de la existencia se materializa. La lucha continúa. Te haces fuerte entre la debilidad absoluta y consigues una tregua. Un mes, un año, a lo sumo dos, hasta que una vez más, agazapado entre la multitud, la esperes tocar tu puerta.
La timidez de los primeros vientos que anteceden a una tormenta es la misma que va largando en pequeñas dosis el líquido infecto, la sinopsis del próximo estreno del invierno, una remake mal hecha, una mala adaptación de un libro que ya leímos hace tiempo: la peste.
Está en cada rincón de la casa, en cada esquina del barrio, en cada zona de la ciudad, en cualquier capital del mundo, y viaja anestesiada a través del universo.
Duelen los huesos. Una prensa te oprime la sien y la mandíbula se envicia en desencajarse de la matriz. Todo es falso mientras afuera brilla el sol y la gente corre de un lado al otro en busca de un té completo para dos.
El papel escasea y el hundimiento es el único destino posible. El aire cálido que sale de los pulmones se congela entre los témpanos de la ciencia. El cuadro está por terminarse pero el artista cae y la obra queda inconclusa. El museo abandonado de las obras sin terminar espera el pincel de otro suicida.
Recuerdo entonces la fórmula mágica: 500mg de paracetamol, 30mg de cafeína, 200mg de ácido ascórbico y 3mg de maleato de clorfeniramina.
Baja la fiebre, calma el dolor, descongestiona, reanima y no daña el estómago. La salvación está en mi boca, y navega a través de mis conductos arrastrada por el vital carmesí sangriento. Hay una guerra adentro mío y estoy perdiendo a mis aliados. Necesitan refuerzos. No hay radio, pero hay sueños. !Fluyen las pesadillas en la fiebre!
Las órdenes llegan confusas al campo de batalla. Los disparos atraviesan mi nariz y se pierden en el mundo exterior.
La peste avanza una vez más en la conquista del universo. Se transforma como las palabras, que adquieren y pierden el sentido según la circunstancia. A veces reposan en falsos sillones rodeados de sonido dolby digital, otras deambulan por los pasillos de una gran biblioteca.
La peste avanza mientras nuestro tiempo retrocede. Se escurre el trapo sucio y caen las gotas de transpiración sobre la alfombra perversa de la cobardía.
Sin embargo algo me hace reaccionar. Se esconde en el átomo el instinto de supervivencia. Es la negación del odio, la sobredosis del amor, la luz que quiebra la oscuridad y la convierte nada más que en sombras. La pastilla crece sin parar y se agiganta. Te rompe el hígado y el páncreas y la bilis se derrama en el cáliz de la vida.
El rezo ha sido escuchado y la palabra bendita hace eco en los oídos del todopoderoso.
Has sido juzgado y sentenciado. El final se acerca y no hay nada que puedas hacer para evitarlo. Sin embargo estiras la mano y pruebas de nuevo. La pastilla se deshace entre la lengua y el paladar. El gusto amargo de la existencia se materializa. La lucha continúa. Te haces fuerte entre la debilidad absoluta y consigues una tregua. Un mes, un año, a lo sumo dos, hasta que una vez más, agazapado entre la multitud, la esperes tocar tu puerta.
8 Comments:
Sólo saludos, porque se me va el tren.
Holyssss EL nene, estoy llegando con un roncito de esta zona tropical pa tomarnos con la banda superpoderosa: viernes...
Vamo arriba el ánimo q no me gusta estar a millones de Km y leerte así. Tomate un flodigrip q aguanta camiones.
Un abrazo, see ya el viern.
Hola Jean Georges, cómo dice que le va? Anoche le posteé: Malgenta yeah yeah yeah!!
acá en el sur la peste nos invade
nos atrinchera
nos limita los sentidos
nos alimenta de desesperación
atchis!
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soy veoausencias.blogspot pero me olvide la contraseña jajaj !!!
Ey ¿gracias? por llamarme "madura" jaja ,,, no se si lo soy, soy inestable y me junto con gente mayor, pero nada madura asiq, no se, sera q uno crece de golpe ? la cronologia me parece una mierda
y estoy en una encrucijada moral
pero gracias por lo q me escribiste :)
y creo q vos estas mas allá, posta
besos
Agos
Srta. Malgenta, pasa por acá y también por allá. Y nunca dice quién es. Bien, acepto el desafío.
JG, no es un desafío. Malgenta hay una! Perrito, nos vemos mañana.
Creo que el tema de sus pestes, más allá de lo que el ambiente humedo de la tatucera pueda aportar, tanto física como mentalmente, todo es producto de su estrés querido escritor.
Bajemos lo cambios y no sea tan ansioso...será posible??!!!
Sino...sudor de pecho...jaja!!
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