EL PERRITO QUE REÍA

¿Se puede sobrevivir como escritor?

Nombre: El perrito que reia
Ubicación: Vanuatu

Me levanto con los ojos rojos.

martes, enero 03, 2006

Canciones felices que me ponen triste

Hablemos de la desidia. No, mejor hablemos de la esperanza. O quizás sea mejor no hablar de nada. No escribir ni una palabra y dejarse llevar por los hechos inevitables producto de nuestra experiencia vital.
En la radio suenan canciones felices que me ponen triste. Sólo una canción triste logra sacar lo mejor de mí, hace que esboce una tímida sonrisa y vea las cosas de mejor manera. ¿Raro, no?
Hablemos de la nada. O quizás sea una mejor idea hablar sobre mejores ideas. Aunque pensándolo bien, la idea de la nada no es tan mala.
Acabo de cenar un sándwich de pollo. De un momento a otro me iré a la cama a leer “Buen Trabajo” del genial David Lodge. Quizás ahí logre un poco de paz. Quizás ahí aleje los demonios, los aparte de mi lado algunos minutos hasta que finalmente apague la luz y repose la cabeza en la almohada. Es ahí cuando generalmente se acercan. Me atrapan como si me hubieran estado esperando durante todo el día. Es en las noches cuando temo. Es en las noches cuando pierdo el efecto de la magnífica anestesia que es la rutina. Es en las noches cuando aparece mi esencia, cuando me quito el disfraz cotidiano. Ahora sólo resta esperar que suceda. Otra noche más, una orgía interminable de miedos y desesperación.
Y si pruebo algo diferente… y si me animo y levanto el teléfono… quizás ella esté del otro lado y me ayude a terminar con todo este asunto de una buena vez por todas y para siempre.
Quizás no, pero eso… ¿quién lo sabe? Por ahora en la radio sólo suenan canciones felices que me ponen triste.

4 Comments:

Blogger galgata said...

La noche... la noche siempre revela nuestros fantasmas, y a veces ellos somos nosotros mismos :s

1/04/2006 02:58:00 a. m.  
Blogger El imposible Baldi said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

1/14/2006 06:27:00 p. m.  
Blogger El imposible Baldi said...

muy de acuerdo con lo de la rutina. qué la parió, qué baldazo de agua fría cuando uno zafa unos días y sabe que debería estar rebozante de alegría pero a duras penas se las arregla para dar unos manotazos de ahogado en el mar del vacío y los miedos. decir que no es siempre tan así, no? ¡que vivan dionisio y la rutina! novocaínas para el alma (eels)

1/14/2006 06:30:00 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cuando daban aproximadamente las 4:57 de la mañana en la radio, y mis dedos se teñían un poco más de amarillo con el supuesto último cigarrillo de la noche, y mi hígado se acercaba un poco más a la cirrosis con el último güisqui de la botella, y mi cerebro se embotaba un poco más con la última página web pornográfica, decidí salir a cazar al último espécimen del Perrito Que Reía conocido en Suramérica.

Ésta peculiar especie, importada en época de la conquista por los españoles como arma de defensa por su conocida ferocidad, estuvo al borde de la extinción cuando el último charrúa subió al barco hacia París.

Casi desauciada, tuvo un renacimiento allá por el 40’, cuando los bolitas invadieron la Argentina. Pero los años no pasan en vano, y la mezcla de pequinés con hiena (de allí su nombre) se convirtió en una de las figuras mejor conocidas de la baja Boca bonaerense.

Seguí su rastro hasta la oriental Ciudad Vieja. Las pocas putas que quedaban ya se iban a dormir después del último cliente, pero pude descubrir que mi víctima había tomado vuelo. Mateando en la esquina de Piedras y Florida, un ojeroso travesti me reveló el secreto mejor guardado del bajo montevideano. Proxeneta consumado, el Perrito que Reía había logrado hacerse el mando de la mayor red de prostitución y trata de blancas de la capital uruguaya.

Pero sabía que sus días estaban contados. Acosado por Green Peace y otras instituciones de la preservación medio-ambiental, empecinados en ralizar estudios con Él, emprendió el vuelo...

4/01/2006 07:27:00 a. m.  

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