Los epicúreos sostenían que para poder gozar de la vida es preciso superar el temor a la muerte.
¿Cómo lograr semejante cometido? Para estos filósofos la cosa es bastante simple.
Lo único que hay que hacer es racionalizar todo este asunto de la muerte y llegar a la magnífica conclusión de que no debe preocuparnos porque no nos afecta en nada (ja!)
Ellos dicen al respecto: "La muerte es algo que no nos afecta porque mientras vivimos no hay muerte; y cuando la muerte está ahí, no estamos nosotros. Por consiguiente, la muerte es algo que no tiene que ver nada ni con los vivos ni con los muertos"
La base de este pensamiento está en la concepción materialista de estos autores.
Lucrecio se preguntaba: "¿Cómo no ver que en la muerte verdadera no habrá ya una conciencia de sí que, permaneciendo viva, pueda deplorar su propia pérdida?"
Unos cuantos siglos después Feuerbach, en una jornada realmente luminosa, escribió: "la muerte es un fantasma, una quimera, pues sólo existe cuando no existe"
La muerte es la inmensa nada que nos rodea, un eterno agujero negro succionador, acaso un portal hacia otra dimensión, quizás la mayor justificación de nuestra existencia.
Si bien es cierto que vivir pendiente de la muerte es como vivir en un velorio esperando un entierro que se pospone día a día, negarla es en definitiva una mera justificación racional para un cuestionamiento que se basa más que nada en el mundo de los sentidos.
Parménides, en su poema sobre la naturaleza, es secuestrado por hermosas mujeres que lo llevan ante la diosa de la justicia. Ella le muestra los dos caminos que el ser humano puede seguir. Primero, "el camino de la verdad", donde la razón descubre que "el ser es y el no-ser no es", segundo, "el camino de las opiniones de los infelices mortales", que es el camino de los que confían en los sentidos.
Parménides elige la razón por sobre los sentidos, y percibe al mundo como algo eterno, donde nada surge de la nada.
Heráclito, sin embargo, apuesta por los sentidos. Cree que en la naturaleza los cambios son constantes. "Todo fluye" Todo está en movimiento y nada dura eternamente.
Considero a Parménides como la representación de la religión, una justificación basada en la razón y escudada en la fe. Heráclito, por su parte, es la materialización de la angustia. Es el dolor de estómago y la falta de aire.
Ambas forman parte de nuestra existencia, ambas nos caracterizan como seres humanos.
Nuestra existencia en definitiva no es más que un asunto de vida y muerte, de cuerpo y alma, de los sentidos y de la razón, de la angustia y de la fe.