EL PERRITO QUE REÍA

¿Se puede sobrevivir como escritor?

Nombre: El perrito que reia
Ubicación: Vanuatu

Me levanto con los ojos rojos.

domingo, enero 22, 2006

Un perfume casi vacío

No dejes la llave de gas abierta cuando me vaya a dormir
Preferiría despertar en mi cama. Ver las cosas de siempre. Mi reflejo a través de la pantalla apagada del televisor. Una botella de plástico con agua apenas en el fondo. Los championes tirados a mitad de camino entre la ventana y la puerta. La hora intermitente en el reloj despertador. Libros desparramados en la mesita de luz. Un perfume casi vacío.
No sueltes una araña venenosa entre las sábanas. Tengo varias cosas que hacer mañana. No es un día sencillo. Comienza con un rápido desayuno y termina con una rápida cena al costado de cualquier camino desierto. El medio está repleto de actividades. Distinguir el número del ómnibus que se acerca a la parada entre la niebla marrón y armaduras oxidadas. Saludar a todos en la oficina. Sentarme frente a una computadora y jugar a organizar el mundo antes de que sea demasiado tarde para jugar.
No permitas que Greenpeace clausure mi sueño. No hagas que asalten mi psiquis, mi pequeño y acogedor ambiente, y que la conviertan en un campo de batalla. No lo hagas. Por favor, al menos intenta conmprenderme. Haz el esfuerzo y dame un minuto más de eternidad.
No discutas con los del pelotón de fusilamiento. Ellos no tienen la culpa, sólo cumplen órdenes. No los juzgues. La culpa se encargará de todo. Mientras tanto observa el horizonte. De un momento a otro se esconderá el sol. Llegarán desde el este los caballos blancos. Volverán los espiritus a lucir sus trajes. Se enredarán las flores en los muros. Arderán los injustos en sus palacios. El día durará mil noches. Las aguas se llevarán los pecados. Y al final sólo quedará el vapor de otro recuerdo.

sábado, enero 07, 2006

Música y letra

Ahora entiendo la mayoría de las canciones que escuchaba cuando era pibe. Sumo, Redondos, Charly… por ese entonces todas esas letras apenas eran acompañamiento vocal para la música que me hacía saltar de un lado al otro.
Lo más curioso es que ahora que las entiendo casi no las soporto. Las respeto mucho más, pero esas melodías tan repetidas en boliches, casas y radios simplemente me empalagaron.
Música y letra rara vez van de la mano. Recuerdo por ejemplo en Bariloche, en el viaje de 4º año, cuando todos bailábamos frenéticos “Losing my religión” de R.E.M. ¿Quién demonios puede bailar tan alegre con una letra así?

A propósito, es muy bueno el review que está haciendo Gallinares sobre Sumo.
Es sábado a la noche. MVD está vacía. No hace tanto calor como pronosticaron. Podría salir pero no tengo ganas. Estoy leyendo “Buen trabajo” de David Lodge, como lo he mencionado anteriormente, y me tiene atrapado. Además me estoy curando de una bronquitis que me tuvo mal alrededor de 10 días. Hace años que no me pasaba algo así. Así que escucho la radio, leo y juego con el gato, o más bien, es el gato el que juega conmigo. Ahora lo tengo en penitencia en el patio porque insiste en morder los cables de la computadora. Ya le expliqué cientos de veces que si los muerde puede morir electrocutado. ¿Es que acaso no entiende? Supongo que no, es un gato.

“Aprieto los dientes, miro a los dementes” Sigue sonando Sumo, el Ojo Blindado, un gran tema. La gente llama al programa y habla emocionada de la muerte de Luca. Yo no la recuerdo, a pesar de que ya tenía once años.
El gato lloriquea a través de la puerta que da al patio. Me parece que quiere entrar. Es un buen síntoma, porque ahora soy yo el que quiere salir. ¿A dónde? Eso ya se verá…

martes, enero 03, 2006

Canciones felices que me ponen triste

Hablemos de la desidia. No, mejor hablemos de la esperanza. O quizás sea mejor no hablar de nada. No escribir ni una palabra y dejarse llevar por los hechos inevitables producto de nuestra experiencia vital.
En la radio suenan canciones felices que me ponen triste. Sólo una canción triste logra sacar lo mejor de mí, hace que esboce una tímida sonrisa y vea las cosas de mejor manera. ¿Raro, no?
Hablemos de la nada. O quizás sea una mejor idea hablar sobre mejores ideas. Aunque pensándolo bien, la idea de la nada no es tan mala.
Acabo de cenar un sándwich de pollo. De un momento a otro me iré a la cama a leer “Buen Trabajo” del genial David Lodge. Quizás ahí logre un poco de paz. Quizás ahí aleje los demonios, los aparte de mi lado algunos minutos hasta que finalmente apague la luz y repose la cabeza en la almohada. Es ahí cuando generalmente se acercan. Me atrapan como si me hubieran estado esperando durante todo el día. Es en las noches cuando temo. Es en las noches cuando pierdo el efecto de la magnífica anestesia que es la rutina. Es en las noches cuando aparece mi esencia, cuando me quito el disfraz cotidiano. Ahora sólo resta esperar que suceda. Otra noche más, una orgía interminable de miedos y desesperación.
Y si pruebo algo diferente… y si me animo y levanto el teléfono… quizás ella esté del otro lado y me ayude a terminar con todo este asunto de una buena vez por todas y para siempre.
Quizás no, pero eso… ¿quién lo sabe? Por ahora en la radio sólo suenan canciones felices que me ponen triste.