EL PERRITO QUE REÍA

¿Se puede sobrevivir como escritor?

Nombre: El perrito que reia
Ubicación: Vanuatu

Me levanto con los ojos rojos.

miércoles, setiembre 28, 2005

PARA PERDER EL TIEMPO (el misterio de la vida, otras cosas y la sabiduría de la masturbación)

A través de los años comprendí que la vida no es más que una completa pérdida de tiempo.
Supongo que tú, triunfador, pensarás lo contrario, y que mi pensamiento apenas es residuo del rencor producto del fracaso.
Pues bien, te lo repito ahora antes que sea demasiado tarde y te olvides de la primera frase de este panfleto barato: la vida es una completa pérdida del tiempo.
Optimistas del mundo lo verán desde otro punto de vista y se embanderarán con que cada día estás ganando vida, y que el tiempo se acumula en tus espaldas, pero eso es tan absurdo como decir que cuántos más años tienes más tiempo te queda de vida.
A esa falacia la llamo simplemente: ¡Puro miedo a enfrentar lo inevitable!
Nacemos arrastrados hacia la luz y terminamos six feet under en la oscuridad más absoluta.

¿Entonces, de qué se trata todo esto? Lo cierto es que nadie lo sabe con claridad. El fin de la vida ha sido analizado tanto por filósofos como por locos, prostitutas y borrachos.
Para los primeros el mundo es una hipótesis que no necesita respuesta. Son mejores las preguntas, porque sabemos que a menos que baje un extraterrestre y nos diga que todo esto es un experimento fallido de una civilización superior adicta al Valium, jamás sabremos la verdad aunque la tengamos enfrente.
Los locos, por su parte, saben algo que nosotros desconocemos, y es por eso que están locos. Por lo tanto, hacerle caso a un loco, es también ser loco, y ahí se termina la discusión si es que alguna vez la hubo.
Uno puede suponer que las prostitutas no se cuestionan su existencia. ¿Cómo preguntarse cuál es el fin de la vida con un pene golpeándoles la campanilla durante la mayor parte del día?
Eso es falso. Las prostitutas conocen mejor al hombre que cualquier mujer, y es en ese conocimiento que basan toda su visión del mundo, una filosofía de cuatro paredes, purgaciones y sábanas quemadas por cigarrillos.
En último lugar mencionaba a los borrachos. Son ellos en mi opinión quienes más se acercan a la verdad. Por eso se dedican a tomar y a olvidarse de todo el condenado asunto.

Como escribía en un principio, la vida no es más que una completa pérdida de tiempo. Eso es todo. Perdemos el tiempo y nada más. Podemos hacerlo solos o acompañados. Podemos hacerlo felices o en la tristeza más absoluta. En la calma o en la ansiedad. En el consuelo o en la angustia.
Si bien podemos vencer un par de rounds, la pelea está perdida hace rato.
Algunos ni siquiera logran escuchar la primera campana. Tiran la toalla o un poderoso upper cut los saca del ring. Los que saben bailar son los que más oportunidades tienen. Como Alí. Derecha, izquierda, derecha, derecha, izquierda. Derecha, izquierda, derecha, derecha, izquierda. O como Rocky en Rocky I: el tipo es un luchador y está feliz por haber aguantado los quince rounds luchando contra los dioses, representados por Apolo, un negro malo que después en Rocky II pierde y en Rocky III se hace bueno y en Rocky IV muere a manos de un ruso.
Eso dice mucho del mundo que nos toca vivir. Stalin hubiera estado orgulloso de esa película, y por supuesto de Ivan Drago. Claro que jamás le hubieran dejado ver el final. La película comenzaba y a los cinco minutos terminaba.
Ahí vemos claramente el error de los soviéticos. Jamás se vieron a si mismos como perdedores, y por eso perdieron.
Sólo alguien que está perdido puede encontrarse. El que cree que no lo necesita, simplemente es porque no se da cuenta lo perdido que está.

El problema está más que claro, el círculo se cierra y nadie comprende al otro. Todo sigue girando, y el tiempo se agota, cada tic tac te desvanece un poco más, se acumula en tu cerebro y juega con tu mente, te hace creer que todo avanza mientras en realidad retrocede.
Considero entonces que el derramamiento en vano de semen, llámese vulgarmente “masturbación” es para el hombre uno de los momentos más gloriosos en la pérdida vital de cada día. La “paja” es la representación exacta de todo este conflicto, es un encuentro mano a mano con la sabiduría. El hecho de que aún nadie se haya percatado de ello es tan simple como que una oruga se convierta en mariposa, sólo para vivir un día y morir arrastrada hacia una hoguera.

miércoles, setiembre 21, 2005

Caos en el Cosmos mientras Carl Sagan me mira enojado desde el más allá

Lo más extraño de ser es desaparecer. Cada vez que desaparezco sigo siendo pero no estoy. En ese caso la contradicción permanente que significa estar vivo se apodera de todo lo existe y de lo que no. Es así de simple, es así de complejo, y es así de simple a la vez que es complejo y así de complejo a la vez que es simple, aunque parezca que esta última frase y todas las anteriores carecen de sentido.

Ya sé que esto parece confuso, y eso está muy bien. La confusión es un buen estado de mente. No hay por qué tentar a la razón con la razón, ella apenas sabe de la locura.
Carl Sagan está enojado conmigo. Supongo que debe ser porque desde hace años que tengo Cosmos en la biblioteca y jamás lo abrí siquiera para leer el prólogo, si es que tiene; aunque supongo que sí lo tiene, cualquier libro que se precie de tal debería tener un prólogo. La Biblia tiene el prólogo más largo y se llama Antiguo Testamento.

En fin, considero que todo lo que ocurre mientras soy no importa demasiado. Lo único que me importa es lo que ocurre cuando estoy.
Supongamos que hay un huracán en Papúa Nueva Guinea. Lo lamento mucho por los Papuanos o como se llamen, pero a mí no me importa demasiado en tanto soy. La tristeza me es sugerida racionalmente, pero lo cierto es que estoy feliz de que el maldito huracán haya ocurrido en ese lugar del mundo y no en la esquina de mi tatucera.
Ahora, si el jodido huracán se desatara en Montevideo, donde estoy, eso me importaría de sobremanera, porque… ¡vamos, quién quiere morir en un huracán!
Lo cierto es que Carl Sagan está enojado conmigo. Eso en lugar de inquietarme me angustia. ¿Por qué alguien que está muerto se enojaría conmigo simplemente por no leer su libro? Es una pregunta extraña y como tal debe ser respondida de forma extraña. A veces la coherencia es un mal necesario.
Creo que proyecto en él el miedo de que lo que escribo no sea leído por nadie jamás, que todas mis palabras queden guardadas en documentos word, atrás de un password enterrado junto a mis huesos, y pasen a formar parte de lo que está y no es.
Cosmos está ahí en la biblioteca, pero mientras no lo abra y no me sumerja en su interior, no es nada para mí.

Un libro cerrado es la materialización de la angustia. Sólo por eso Carl Sagan me mira enojado desde el más allá. Puedo sentirlo flotando en el Cosmos, intentando abrirme la cabeza y traspasar el caos que se expande en mi interior como un cáncer fuera de control, una metástasis del conocimiento, una condena mortal con un único final posible.

viernes, setiembre 16, 2005

Ya no soporto más ser un símbolo sexual

Es horrible ir por ahí y sentir que todas me desean como si fueran fieras hambrientas y yo un pedazo de carne, un bambi en los campos del Señor. No, no señor, ya no lo soporto.
Estoy cansado de subir al ómnibus y ver las miradas lascivas de las jubiladas que sólo piensan en tener cincuenta años menos o más, o menos, ¡quién sabe! para tirarse arriba mío y quitarme la ropa y hacerme el amor sin pausa durante horas y horas.

No soporto ver a esas jóvenes universitarias ardiendo de pasión suplicándome en silencio por un beso. Es denigrante verlas y me denigra a mí como persona. Porque no soy un pene andante, soy un tipo que tiene sentimientos, sí señora, sí señor, miembros del jurado, tengo sentimientos, y estoy harto que se me trate como una herramienta sexual.

Comprendo si mis rizos dorados al viento las hipnotizan, si mis claros y brillantes ojos azules las dejan sin aliento, pero vamos, soy algo más que perfectos abdominales y bíceps y tríceps y cuadriceps y quínticeps y sexticéps y decatlón, soy un ser humano, una persona que busca un poco de comprensión en este mundo desalmado.

Bien, es cierto, mi trasero no tiene parangón. Y qué hay de mis manos… ya sé que fueron hechas para hacer masajes que embriagan hasta una madre superiora.

Comprendo que mis piernas sean irresistibles y que mi voz las seduzca cuando apenas digo “Hola”, pero caramba carambita carambiru li, todo eso no es mi culpa. Es la naturaleza quien se ha encargado de todo, es el maravilloso perfume químico que desprende mi piel lo que las vuelve locas.

Basta de miradas tontas, de enamoramientos superfluos, quiero un poco de rechazo, quiero sentir un NO de la boca de una mujer, quiero que me traten mal y no sean condescendientes con mi estúpida perorata.
Basta de pedirme más y más cada noche, ¡no ven que no doy a basto!, ¡acaso no se dan cuenta que hay miles de mujeres saturando mi línea telefónica todos los días y todas las noches!
Basta de regalos y de extorsiones, no quiero relojes, ni ropa, ni un fin de semana en un hotel cinco estrellas. No quiero nada que provenga del simple deseo sexual.

¿Acaso no se dan cuenta que no soy responsable de todo esto? ¿Acaso no saben que estoy atrapado en este cuerpo perfecto y en esta gran capacidad de escuchar que me ha hecho el preferido de todas en estos últimos 29 años?

Ya no soporto más ser un símbolo sexual, así que la próxima vez que me veas, mejor mira hacia otro lado. Ya sé que va a ser difícil, pero si en verdad me deseas, por lo menos has el intento, quizás ahí, cuando esquives mi mirada, pueda sentir que sí hay otra persona enfrente.

martes, setiembre 13, 2005

Sufro el Síndrome de Peter Pan, ¿y qué?

Sí, mis queridos bloggers, amigos, familiares, borrachos, prostitutas, oficiales de la ley, carniceros, amas de casa, ornitólogos, guardabosques, bomberos, jugadores de fútbol, desnudistas, capos di mafia, gauchos, chinas, tenistas rusas, profesoras de gimnasia, terroristas islámicos, rabinos alcohólicos, estibadores, camioneros, escritores, asesinos, ladronzuelos, bailarinas exóticas, presidentes del mundo, tengo el Síndrome de Peter Pan.
Encontré la data en la web y ahí lo entendí todo.
Wendy i miss you, Campanita te quiero... fuera de mi cabeza, y Capitán Garfio, cuando quieras donde quieras.

"Peter Pan – tiene un deseo enorme de que los demás cubran sus necesidades; si no es así, se enfada. Su comportamiento sigue siendo el de un o una adolescente".
· Le seduce más el País de Nunca Jamás (que representa a la juventud, que tiene idealizada), que su momento real (madurez).
· Tiene miedo a la soledad.
· Es inseguro/a, aunque no lo demuestre.
· Su actitud está más centrada en recibir, pedir y criticar que en dar, querer o hacer.
· No está hecho/a para la vida adulta, no se puede comprometer, ya que cree que el compromiso será un obstáculo para su libertad.
· Peter Pan tiene al lado a otra persona que cubre estas necesidades básicas (Wendy).
· No se responsabiliza de lo que hace, pero cree que los otros sí lo hacen.
· Está centrado/a en sí mismo/a: sus disgustos, su estrés, su excesivo trabajo.
· Aunque disfrute de éxito profesional y económico, se da cuenta de que su vida no tiene la firmeza ni la estabilidad que le gustaría.
· Está insatisfecho con lo que tiene, pero no hace nada por solucionarlo."

sábado, setiembre 10, 2005

99% probabilidad de precipitaciones

Bienvenida melancolía, susurro empalagoso de la tristeza, brisa de primavera, viento que se apaga tras la tormenta.
Escucho risas a lo lejos. Cruzan ríos y océanos, se pierden en el horizonte. Alumbran carencias a la sombra de un faro perdido rodeado de sirenas.
Huelo el recuerdo del pasto crecido, el rocío de mañanas olvidadas, la indolente capacidad de amar.
Siento el ardor de una espina, clavada hasta el hueso. Y el músculo que deja de gritar...
Veo un ejército de hormigas a lo lejos. La marcha carente de razón. Un eterno paisaje de sobrevivientes.
Bienvenida melancolía, refugio sagrado de los sentidos. Alimento profano del espíritu.
Vaho de sangre, humo onírico, angustia alada.
Escucho lamentos a través de los átomos de las ideas. Huelo la aureola mortal que sobrevuela una fosa. Siento la contradicción vital. Veo un nombre en una lápida.
Bienvenida melancolía, pócima milagrosa de la experiencia. Vendaje transparente. Luna de sal entre nubes y remolinos. Musa salvaje, Mesías prófugo, tiempo y amor, odio y espacio, nervios crucificados.
Bienvenida melancolía a este abrigo de piel, entre lo absurdo y la inevitable excusa de ser.

sábado, setiembre 03, 2005

UNA TARDE DE RESACA CON HENRY MILLER

Miller me observa desde la puerta del cuarto. Parece como si quisiera entrar pero no se atreve.
Maldice en voz baja y desparece. Lo escucho en el comedor. Va hasta el bar y tantea a través de las cajas cuál de las botellas de whisky están llenas. Descubre al final una de Caballito que está por la mitad. Lo sé porque es la única que aún conserva el precioso líquido dorado.
Después escucho los pasos que lo llevan a la cocina. Siento el agua correr a través de las cañerías y atravesar la canilla con la furia del tiempo. Lava un vaso y saca el hielo de la heladera. Le da unos golpecitos a la hielera para que el hielo se desprenda del plástico, pero no tiene suerte. Abre la canilla y deja correr el agua tibia. Los hielos finalmente abandonan la rigidez y comienzan a derretirse.
Ahora los hielos bailan adentro del vaso, entre una marea de whisky, y Miller vuelve al comedor y se echa en el sillón, frente a donde está la computadora y un póster de una película porno de los años sesenta.
Lo escucho gritar, con el único fin de que me despierte de una buena vez:

- Insólito: encuentran el original de Primavera Negra de Henry Miller en el culo de una modelo argentina que se cayó de la pasarela del desfile de Giordano en Papúa Nueva Guinea producto de una descompensación porque extrañaba a su abuela en Misiones. ¡Esto es una mierda! "Cualquier progreso que haya en la vida, no proviene de la adaptación sino del atrevimiento, de la obediencia a la urgencia ciega” es por eso que mi original ha terminado en el culo de una modelo. Ese es nuestro destino, pasar la eternidad en la oscuridad más absoluta, condenados por el simple hecho de haber sido iluminados en un determinado momento de nuestra vida.

Floto a través del pasillo hasta que llego al comedor, sigo sus pasos y al rato estamos frente a frente. Me dice que en Uruguay no hay mujeres lindas. Le contradigo. Vuelve a atacar. Miller está encendido y yo tengo resaca. De todas maneras no me acobardo y le ofrezco resistencia. Lo acompaño con el whisky.
Como tengo el estómago vacío cada trago es otro golpe bajo sobre el ring vital. Pero no me importa. Miller significa mucho para mí y no pienso defraudarlo.
Repite una y otra vez que no hay mujeres lindas en Uruguay. Entonces agarro la agenda y llamo a Natalia. Al rato llega. Compruebo que Miller tenía razón. La luz del día le dejan ver en los cachetes residuos de acné, es chueca, está pálida y no tiene gracia alguna.
Chau Natalia.
Voy por una segunda oportunidad. Tengo que demostrarle a Miller que sí hay mujeres hermosas en mi país. Busco en la agenda y encuentro a Gabi. La llamo a la casa. No contesta nadie. Intento con celular y al rato tocan timbre.
Es Miller el que abre la puerta esta vez. Frente a él está una mujer de un metro cincuenta y cinco, y aproximadamente setenta kilos, todos ellos alojados en la cadera y en el culo.
Chau Gabi.
Recurro a la inexacta pero esperanzadora frase que señala que la tercera es la vencida. Las páginas amarillentas avanzan una a una y caen frente a mí como hojas de otoño, hasta que encuentro a Ximena sola en la X. Debe necesitar compañía, pienso, y sin dudarlo la llamo.
Me atiende Silvia. Me dice que viven juntas y que Ximena no está, que bajó a hacer un mandado, que la llame en cinco minutos.
A los diez minutos pruebo una vez más y me atiende Ximena.

HolaXimenaquéhacéscómoandássoyMartínteacordásdemínosconocimoseneltoquede
JamesBrownenelConradvoserasencargadadelassillasdelfondoyyofuiahacerunanota
paralaradiobuenoresultaquemeacordédevosydelobienquelapasamosesanocheypensé
sitegustaríaveniracasaatomarunvinitoademásestámigranamigoHenryMillerqueacaba
dellegardeviajeyquieroqueloconozcasporqueesungrantipoalgoamargoperobuenagente
sepuedehablarconélysiqueréspodésdecirleatuamigaSilviaquevengahoydetardelapodemos
pasarmuybientengovinoyestáHenrymiamigoyvoyaestaryoyvasaestarvosyjuntospodemos
pasarlabienporquelavidaestáparadisfrutarlaynosabemosquépuedesucedernosmañana

taquébueno

dale

nosvemosenunratito


Una hora después les abro la puerta a Ximena y a Silvia.
Silvia es alta y corpulenta. Parece una mujer gigante. Todo en ella es grande. Tiene el culo inmenso y no sé cómo es que su columna pude soportar el peso de sus tetas. Silvia es toda una equilibrista.
Ximena es de apariencia normal. Morocha, ojos negros, cejas negras y un recuerdo de bigote que debe afeitar con cierta frecuencia.
Miller va por la grandota, la toma de la cintura y enseguida hunde sus manos en el culo.
Al rato comienza a besarla y a quitarle la ropa.
No me quedo atrás y arremeto contra Ximena. La llevo hasta la pared. Me agarra de los huevos y me mete la lengua hasta la garganta.
Le desabrocho el jean y se lo bajo hasta las rodillas. El invierno me recibe con más pelos de los que debería haber, pero no me importa, estoy caliente.
Me pongo el condón y empezamos a hacerlo.
Miller está recostado en el sillón. En una mano tiene el vaso de whisky y con la otra le acaricia el pelo a la mujer gigante que se la está chupando con devoción.
Sin embargo Miller está acabado. La pija no se le para y comienza a maldecir a gritos.
Menciona a Hemingway, suplica por un arma y dice que quiere volarse los sesos.
Enseguida aparta a Silvia de su lado y se encierra en el baño. Le hago señas a Silvia para que nos acompañe a Ximena y a mí. Viene y me quiere besar. Pienso en que segundos antes estuvo chupándosela a Miller y muevo la cabeza con desesperación. Pero la hija de puta insiste y pone los labios contra los míos.
Ximena se mueve desenfrenada pero a esa altura ya es imposible, sólo pienso en la pija de Miller y la mía inevitablemente se va al descenso.
Aparto a las dos de mi lado y voy hasta el bar. Me sirvo otro vaso de whisky y a medida que el alcohol hace efecto las veo cada vez más feas. Miller tenía razón. El proceso es inverso. Cada trago las afea un poco más. Siento náuseas y voy hasta el baño. Pero la puerta está cerrada. Escucho a Miller llorar desconsoladamente. No aguanto más y vomito todo el pasillo.
Dos monstruosas criaturas me miran y se ríen desde el comedor. Las carcajadas retumban a través del pasillo y penetran mis oídos hasta que pierdo el sentido.
Me despierto entre el vómito y la sangre. El olor ácido de la degradación invita a la náusea. Voy hasta el baño y vomito recuerdos. Cada náusea me golpea el esófago. Me duelen los huesos y tengo el pelo duro de sangre seca.
Voy hasta el comedor. El teléfono está descolgado. Mi agenda está rota al lado de Primavera Negra, de Henry Miller. Abro el libro y el azar me regala la síntesis perfecta de una tarde para el recuerdo y para el olvido:

“¡Basta de espiar por el ojo de la cerradura! ¡Basta de masturbarse en la oscuridad! ¡Basta de confesiones públicas! ¡Qué salten las puertas de sus quicios! Quiero un mundo en el que la vagina esté representada por un rudo y honesto tajo, un mundo que sienta por los huesos y los contornos, los crudos colores primarios; un mundo que sienta miedo y respeto por sus orígenes animales.
Estoy harto de ver vaginas coquetas, disfrazadas, deformadas, idealizadas. Vaginas con las puntas de los nervios al aire. No quiero ver a las muchachas vírgenes masturbándose. En el secreto de sus habitaciones, o comiéndose las uñas, o arrancándose el pelo o echadas durante todo un capítulo en una cama llena de migas de pan.
Quiero los palos funerarios de Madagascar, con un animal encima de otro y en la cúspide Adán y Eva con un rudo y honesto tajo entre las piernas. Quiero hermafroditas que sean verdaderos hermafroditas, y no falsarios que caminan con penes atrofiados y vaginas secas. Quiero una pureza clásica, donde la porquería sea porquería y los ángeles sean ángeles"

Gracias Henry. Espero que hayas llegado bien a tu casa, donde quiera que esté.

jueves, setiembre 01, 2005

LA METAMORFOSIS II - el regreso /// With Gregory "escarabajo" Samsa

Cuando Gregory "Escarabajo" Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró pegado a la pared convertido en un hongo. Recordó entonces, con gran cariño, su espalda dura, y en forma de caparazón, el vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco.
Su existencia como ser humano ya se había borrado por completo. Sin embargo no podía apartar de su pensamiento las muchas patas que otrora le vibraban desamparadas ante los ojos.

«¿Qué me ha ocurrido?», pensó.

No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas. Por encima de la mesa, sobre la que se encontraban extendidos restos de comida, estaba colgado aquel poster de Sabrina Rojas que hacía mucho había recortado de una revista Paparazzi y había colocado en un bonito marco dorado. Representaba a una dama ataviada con un sombrero y una mínima tanguita que estaba recostada en la arena de una playa desierta.
La mirada de Gregory se dirigió después hacia la ventana, y el tiempo lluvioso -se oían caer gotas de lluvia sobre la chapa del alféizar de la ventana- lo ponía muy melancólico.

«¿Qué pasaría -pensó- si durmiese un poco más y olvidase todas las chifladuras?»

Pero esto era algo absolutamente imposible, porque estaba acostumbrado a dormir del lado derecho, pero en su estado actual no podía ponerse de ese lado. Aunque se lanzase con mucha fuerza hacia el lado derecho, una y otra vez se volvía a balancear sobre la pared. Era una mancha de humedad. Lo intentó cien veces, cerraba los ojos para no tener que ver los hongos, y sólo cejaba en su empeño cuando comenzaba a notar en el costado un dolor leve y sordo que antes nunca había sentido.