"Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte"
Charles Bukowski.
A Bukowski lo aman los camioneros. De eso no hay ninguna duda. ¡Hollywood, querida, vamos a Hollywood! Y en el camino paramos en un bar de camioneros. El típico bar del menú económico a 5 dólares y un gran estacionamiento. Después de todo, los tipos manejan camiones, ¿no?
Entonces Charles pide dos desayunos y uno de los camioneros lo reconoce.
¿Hey, tú no eres Bukowski, el escritor?
¡Eres lo máximo, Chinaski! – Grita un borracho desde una mesa.
Después se junta algo de público alrededor y lo de siempre. Algunos autógrafos por aquí, otros autógrafos por allá. NADA IMPORTANTE.
Bukowski se entretiene mirando al techo. Observa a una sigilosa araña que también lo observa. Un día se hartará y la destrozará dejando una mancha en el techo como recuerdo de la araña que lo observaba. Pero eso todavía no sucede. Ahora Bukowski la observa… y no hace nada más. El disco de Mozart dejó de girar hace rato y la botella de cerveza yace vacía en una silla. Tocan la puerta.
- !Oye Chinaski! – Es el mismo tipo del bar – Tengo un poema para leerte, lo he escrito yo mismo en el retrete.
Otro nuevo poeta que escribe los mismos poemas de siempre. La misma luna y el mismo sol. La misma chica y el mismo amor. ¿Cuánto tiempo? Cien, doscientos, mil años, quizás.
- ¡Debes seguir esforzándote! – Le dice – Pero recuerda que soy Bukowski, no Chinaski.
- Está bien Chinaski – Dice el tipo.
Y después, no sé cuánto tiempo después (EL TIEMPO ES EXTRAÑO), está sentado en un bar.
Las putas aman a Bukowski. Aunque no entienda bien por qué. Es gordo, feo y tiene la cara llena de agujeros, pero de cualquier manera siempre se las ingenia para estar bien acompañado.
Una vez salió con una, se llamaba Jane. Buena chica. Lindo culo, lindas tetas. Hasta que un día Jane murió. Tomaba mucho. Al igual que Hank y Buk y Cel y Mart y Brad y Lou y Tom y Joe y otras personas. Sin embargo ella se murió. Claro que más tarde otros seguirían el mismo camino.
El último encuentro que tuvo con una mujer fue con la señora MUERTE, pero esa es otra historia. Dicen que tiene buenas piernas, pero yo nunca la he conocido.
A Bukowski le gusta fumarse unos Chesters mientras todo pasa a su alrededor.
Un joven escritor está sentado a su lado y le habla de los rusos y de la guerra fría y del invento de la CIA con el rollo del comunismo.
Charles parece aburrido. Asiente con la cabeza y va por la segunda botella de vino.
El joven sigue hablando. No para. Las palabras salen de su boca una tras otra y el aire entra mientras una palabra sale y el aire sale mientras otra palabra sale y así continúa y Charles va por más vino y el joven sigue hablando. Que la CIA en realidad es una sede de la KGB y que los ingleses están en el medio de todo porque son muy inteligentes y los alemanes también. Algo de los chinos por aquí, algo de los israelíes por allá, un poco de Francia y el comunismo y Fidel Castro y el comunismo y Cuba y el comunismo y por último la bomba. La maldita bomba que va a explotar, un día, a las cuatro de la mañana mientras te estés echando el mejor polvo de tu vida.
El joven habla de la bomba y está atemorizado. La bomba que va a truncar todo su futuro está por explotar y nadie hace nada al respecto. A nadie parece importarle. Y las noticias no paran de advertirnos y nosotros, ¿qué hacemos al respecto? NADA.
- Oye, chico, por qué no dejas de joderme con el rollo del comunismo. Me importa un bledo la política. YO NO SOY POLITICO. ¿Me entiendes? ¿Nunca has dejado de escuchar las noticias por más de dos días? Y si el mundo se acaba, ¿qué mierda podemos hacer? Por que no te relajas y miras al techo. No hay necesidad de hablar todo el tiempo de lo que pasa, porque en realidad no pasa nada. NO PASA NADA.
Las noticias te hacen creer que pasa algo. Son todos inventos. Nadie dice Bukowski se tiró un pedo mientras recitaba poesía en la universidad de Carolina del Norte, pero todos dicen que el mundo se va a acabar y que las cucarachas esto y que los refugios nucleares lo otro. ¡Pura mierda!
A Bukowski lo odian los jefes. Es así de simple. Lo odian. El jefe está sentado con los pies encima del escritorio. Tiene una foto de su esposa. Es horrenda. Y otra de sus tres hijos. Son horrendos. Salen a su madre.
Charles está sentado del otro lado y piensa en las fotos. Pobre tipo, trabajando todo el día en una oficina apestosa para llegar a su casa todos los días y enfrentarse a una horrenda esposa con unos horrendos hijos. Y el jefe comienza con el discurso de siempre.
Bueno, Charles, hace años que trabajas aquí y más allá de las cosas buenas y malas que hemos pasado, te consideramos como parte del equipo. Lamentablemente las últimas dos semanas has sido todo un desastre. Has llegado tarde dos mañanas seguidas y te han encontrado varias veces borracho en un bar fuera de la zona que se te encomendó. En el correo somos muy responsables. Hay personas allí afuera que esperan una carta... BLA BLA BLA BLA BLA.
Todo lo que pensaba era en su casa. Estaría con su mujer. Buenas tetas y todo lo demás. Una cerveza fría. Una siesta. Un emparedado. Otra cerveza fría y a dormir. Estaba despedido. ¡Lindas fotos!
Los caballos aman a Bukowski.
Celine está en la largada. Paga bien. 14 a 1. El favorito paga 2 a 1, pero no tiene chance. Celine es un buen caballo. Había estudiado las últimas carreras y el hipódromo estaba de maravilla. Una linda tarde. Algo nublada pero linda. Entonces anuncian la primera carrera. Y ahí estaba, Celine, todo un caballo de carreras.
¡Largaron!!! La gente se enloquece, grita. Celine está cuarto. Primero va el favorito, y segundo está Bandini a dos cuerpos. Bandini paga 6 a 1. Era una buena apuesta.
La carrera es intensa. El Favorito sigue primero y ahora Celine está segundo. El favorito no afloja, mantiene los dos cuerpos de ventaja sobre Bandini y un cuerpo sobre Celine. 14 a 1. ¡Vamos Celine! 14 a 1. 50 pavos es mucha acción. ¡Celine! Son los últimos cien metros. Ahora están cabeza a cabeza. El favorito parece despegarse pero Celine continúa al acecho. 14 a 1. Cien metros. Sesenta metros. Celine toma la delantera. Treinta metros. El favorito lo iguala. Celine. El favorito. 14 a 1, y cruzan el disco.
La gente grita. ¡Celine es el ganador! ¡Oh, sí, ganó el favorito! A esperar la foto.
Y ahí está la jodida foto. Peor que la de la esposa del jefe. Peor que la de sus monstruosas criaturas. En un mundo donde una milésima puede joderte la vida, todo puede suceder.
Los caballos odian a Bukowski. Los lunes odian a Bukowski. La gripe odia a Bukowski. Los cantineros odian a Bukowski. Los perros odian a Bukowski. Los directores de cine odian a Bukowski. La Navidad odia a Bukowski. Las marionetas odian a Bukowski. La policía odia a Bukowski. La ducha odia a Bukowski. Una baldosa floja odia a Bukowski. LA COMISION DE DAMAS POR LAS BUENAS COSTUMBRES odia a Bukowski. Las botellas vacías odian a Bukowski. Los doctores odian a Bukowski. Las flores del jardín odian el meo de Bukowski. Las dietas bajas en calorías odian la panza de Bukowski. El despertador odia los ronquidos de Bukowski. La bomba atómica odia a Bukowski. Bukowski odia a Bukowski. Pero los camioneros aman a Bukowski. Y las putas aman a Bukowski. Y los presos aman a Bukowski. Y los estibadores aman a Bukowski. Y la música ama a Bukowski. Y los editores aman a Bukowski (AMAN LAS VENTAS DE SUS LIBROS) Y los locos aman a Bukowski. Y los niños aman a Bukowski. Y la muerte ama a Bukowski. Y yo... eso no interesa. Voy a sentarme a mirar el techo y a olvidarme de todo este asunto.